Ellen Winner y sus colegas(1998) han relacionado el hemisferio derecho del cerebro de cada individuo con su capacidad para comprender bromas y chistes. A finales del año 2000, el radiólogo del Centro Médico de la Universidad de Rochester Dean Shibata reafirmaba estas ideas al obtener las primeras imágenes que situaban neurológicamente al sentido del humor en el lóbulo frontal, con predominancia en el lado derecho. Estos "retratos" del humor habían sido obtenidos estudiando mediante Resonancia Magnética la actividad cerebral de voluntarios normales mientras leían chistes, escuchaban a otros reírse o veían dibujos animados. Las imágenes mostraron que cuando los sujetos veían las bromas y los dibujos cómicos -tareas que requieren una decodificación del estímulo humorístico- la actividad cerebral aumentaba en el área ventromedial del lóbulo frontal. Cuando los sujetos escucharon carcajadas y se rieron, en una respuesta conocida como risa contagiosa, la actividad se centró en el área motora anterior suplementaria, una parte del lóbulo frontal vinculada normalmente con la planificación de movimientos complejos y el comienzo del habla. Los resultados del escáner también mostraron actividad en un pequeño punto en la base del cerebro prefrontal, el llamado nucleus accumbens, que está relacionado con las emociones positivas en los animales, la recompensa y la dependencia.Estos datos podrían ayudar a encontrar soluciones a problemas como la depresión o la falta de sentido del humor que acompaña, por ejemplo, a un infarto cerebral o a otras enfermedades.El estudio, publicado por Nature Neuroscience (Marzo, 2001) pretende ir más allá en el conocimiento de la anatomía funcional del humor al separar sus dos componentes, cognitivo y afectivo. "Los buenos chistes implican una interrelación entre distintas funciones mentales que va seguida de una sensación afectiva de diversión. Los resultados obtenidos revelan una activación del cortex prefrontal ventromedial asociada al componente afectivo del humor, una nueva aportación que confirma los resultados anteriores y contribuye a acotar los límites de esta función cerebral. No obstante, como nos advertía Shibata, "hay que tener cuidado al vincular funciones del comportamiento a centros concretos del cerebro, porque la mayoría de los procesos superiores como el humor implican a una red centros cerebrales con muchas funciones solapadas y relacionadas entre sí". Teniendo en cuenta que los estudios sobre los efectos del estrés y el actual ritmo de vida han inundado las más prestigiosas publicaciones durante los últimos años, no es de extrañar que también se haya empezado a prestar atención a cómo afectan el humor y la risa a nuestra salud. Los datos aportados hasta ahora señalan que reír hace que se mueva el diafragma, y que el tórax y el abdomen se contraigan a gran velocidad. Esto da a las vísceras un reconfortante masaje, a la vez que produce un efecto tónico y relajante sobre los músculos. Además, con una carcajada continuada se activan casi la totalidad de los músculos que hay en el rostro... En definitiva, un sano ejercicio. Además, la risa parece ser responsable de cambios en la secreción de hormonas neuroendocrinas y del estrés por nuestro cerebro. Según han demostrado algunos estudios, ligados a la Psicologia Positiva, reír hace caer velozmente los niveles de cortisol, una hormona directamente relacionada con el estrés fisiológico desencadenado por enfermedades, intervenciones quirúrgicas, tratamientos, traumatismos.
Pues, está claro entonces: A reir.
lunes, 11 de agosto de 2008
EL BUEN HUMOR EN EL ESCANER
Publicado por
Elisa
en
8:57
Etiquetas: Ínvestigación, Psicofisiología, Psicología Básica, risoterapia
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