lunes, 5 de mayo de 2008

EL MOVIMIENTO SLOW


Hoy lunes, tras el último puente antes de las vacaciones de verano, me ha parecido refrescante hablar de este movimiento que algunos entienden ya como una filosofía de vida. Si bien hace unas semanas hablábamos de él aplicado al mundo laboral, “Calidad de vida y Slow Dowm” .
Hoy nos gustaría darlo a conocer en toda su extensión.
De todas las manifestaciones surgidas en torno a la idea de la desaceleración, la más importante es el “Movimiento Slow”.
Surge en Italia, como no, es lo que tiene la cultura mediterránea y se atribuye su origen a un periodista, Carlo Petrini, que en 1989 y tras sentirse horrorizado por la apertura de un restaurante de comida rápida junto a la escalinata de la Plaza de España en Italia, comenzó su protesta. A partir de ahí nació la conciencia de proteger la alimentación tradicional, basada en la biodiversidad, frente a franquicias y multinacionales de comida rápida. El mismo año en París, se dio nombre al movimiento y se diseñó su logo, “la imagen de un caracol”. El nombre de este movimiento fue “Slow Food” y este supuso el germen a partir del cual más tarde surgirían las Slow Cities.
Las Slow Cities o Convivias, van más allá del Slow Food, y se han convertido en toda una filosofía de vida. Sus habitantes disfrutan de la naturaleza y valoran mucho pequeños placeres tales como comer, o dialogar o mejor aún hacer ambas cosas a la vez, no hay lugar para la prisa, se busca fomentar la creación de una conciencia más humana.
La primera fue fundada en Bra, en la zona del Cuneo, Italia, y se ha convertido en la sede central de este movimiento. A partir de ahí, la creación de otras Ciudades Lentas no ha parado y en el 2005 ya se superaba la cifra de cien países afiliados.
Para que una ciudad se pueda convertir en Convivia, deben cumplir una serie de pautas. La población no puede sobrepasar los 50.000 habitantes, ni ser una capital y además se deben cumplir una serie de requisitos en seis planos diferentes: legislativo medioambiental, infraestructura política, calidad urbana, productos locales, hospitalidad con los visitantes y conocimiento sobre las actividades de la localidad.
Lo que todas las Slow Cities tienen en común es la voluntad de construir un espacio más humano, con medidas que van desde sistemas de aire que controlan la polución a iniciativas para animar a la protección de los productos y la artesanía locales o planes para eliminar ruidosas alarmas, mediante programas de seguridad alternativa.
Una Slow City también debe contar con una educación en consonancia con su estilo de vida. En las Slow Schools no importa cuándo va a sonar el timbre, sino cuándo los alumnos han comprendido la lección.
Y después de una Slow Food nada mejor que una tranquila siesta y mejor aún acompañada de Slow Sex. Esta disciplina del movimiento Slow está basada en el Tantra Sexual. Las caricias, la respiración y no tener prisa es indispensable para esta práctica.
El libro In Praise of Slow del periodista Carl Honoré podría ser considerado el manual de iniciación para cualquiera que esté interesado en esta forma de vida. En él se describen con casos prácticos y mucho sentido del humor los beneficios físicos y psíquicos que puede aportar la filosofía Slow.
En España el Movimiento Slow llegó en 1994. Podemos encontrar 11 Convivias dispersas en toda la Península. Además en la primera edición de los Slow Food Awards, Jesús Garzón fue uno de los ganadores gracias a su labor de identificar los caminos de rebaños y revivir las actividades de trashumancia como medio de protección del medio ambiente de las montañas.
Empresas españolas como Camper se han sumado a este movimiento, y nuestras Consellerias, ¿se sumarán también?. Este mes hemos recibido la productividad del año 2007... ¿qué ha servido para calcularla...?
Saludos y disfrutad vuestra semana, no aplacemos la felicidad a las vacaciones de verano, al próximo fin de semana, a terminar con... EMPECEMOS A GOZAR YA

No hay comentarios: